El pasado 7 de octubre se cumplió el primer paro general de 24 horas bajo el gobierno del frenteamplista Jose Mujica.
Luego de idas y venidas la burocracia sindical que dirige la Central Obrera (PIT-CNT) afín al Frente Amplio, terminó convocando un paro “pasivo” y aislado que no responde a un verdadero plan de lucha como necesitamos los trabajadores.
En un principio el paro fue impulsado por sectores la burocracia sindical con fraseología más combativa (fundamentalmente el ala “izquierda” del Partido Comunista), mientras que el sector moderado de la burocracia (Articulación) jugó desde el primer momento un rol boicoteador al paro e impulsó su levantamiento o suspensión.
Finalmente entre negociaciones de cúpulas, y a espaldas de las bases, ambos sectores acordaron un Paro que, siendo aislado, es incapaz de enfrentar la política de Mujica, el presidente “tupamaro” que ataca los derechos de los trabajadores y mantiene las extraordinarias ganancias de los capitalistas.
No podemos esperar otra cosa de la burocracia sindical frenteamplista, que de conjunto opera como correa de transmisión de estas políticas al interior del movimiento obrero, conteniendo los reclamos, el descontento y los intentos de organización para enfrentar realmente a este gobierno. Estos últimos meses han mostrado un alza en la conflictividad laboral.
En la enseñanza los trabajadores y estudiantes luchan por un presupuesto digno, contra las negativas del gobierno que prefiere pagar la deuda externa y subsidiar a las patronales antes de garantizar el acceso a una educación de calidad para los trabajadores y el pueblo. Los funcionarios públicos muestran el rechazo a una reforma del estado que ataca las conquistas y derechos laborales con un discurso liberal que lo único que busca es mayor flexibilidad y precarización de las condiciones de trabajo, es decir mayor explotación con salarios de hambre.
Los trabajadores privados luchan por mantener sus fuentes de trabajo y mejorar sus ingresos, cuando el gobierno y las patronales intentan descargar la crisis sobre sus espaldas.
En este contexto, y a pesar de las limitaciones señaladas, el paro fue un éxito:
Con un alto acatamiento, prácticamente no funcionaron los servicios públicos, no abrieron las escuelas, liceos ni centros de estudios terciarios y universitarios; la banca trabajó parcialmente y las fábricas mostraron un importante ausentismo.
Además, se plegó la mayoría del transporte en todo el país, que funcionó de manera muy reducida y con ómnibus con pocos pasajeros.
En algunos puntos del país se registraron cortes de ruta y piquetes que muestran cómo incipientemente la clase trabajadora intenta radicalizar sus métodos de lucha, superando el quietismo que quiere imponer la burocracia.
Lamentablemente, los sectores que se reivindican de la izquierda clasista, no supieron cómo aprovechar esta oportunidad para empezar a organizar una salida independiente de cualquier variante burguesa.
Para enfrentar los planes de este gobierno frenteamplista que administra los negocios de los capitalistas, es necesario imponer un verdadero plan de lucha, democrática y masivamente discutidos en asamblea; es imprescindible organizarse impulsando el reagrupamiento clasista de los que verdaderamente queremos derrotar esta política aplaudida por el imperialismo y los organismos internacionales como el Banco Mundial, el BID y el FMI.
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