por : Celeste Murillo
Miércoles 2 de marzo de 2011
El Consejo de Derechos Humanos de la ONU resolvió hoy 1/3/2011 suspender a Libia por la represión emprendida por el régimen de Muammar Kadafi. Esta resolución llegó después de pedidos de Estados Unidos, como el realizado directamente por Obama al secretario general de la ONU Ban Ki-moon de crear una zona de exclusión de aérea o mediante el pedido de la secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, que llamó a la “comunidad internacional” a actuar frente a la situación en Libia.
Hillary Clinton denunció –con un cinismo increíble- que había que presionar por la caída de Kadafi porque “Han empleado armamento pesado contra civiles. Se ha lanzado a mercenarios y matones contra los manifestantes” (dice la secretaria de Estado del país que asesinó miles de personas -no se conoce el número- en Irak y que bombardea aldeas en la frontera en Afganistán y Pakistán. Incluso existen denuncias de uso de fósforo blanco contra la población). Por supuesto, sin contar que el régimen de Kadafi viene apoyando desde 2003 la “guerra contra el terrorismo” del imperialismo norteamericano.
Estados Unidos está impulsando, junto a Gran Bretaña, la creación de la zona de exclusión aérea y ha movilizado dos buques a las costas de Libia. Sin embargo, aunque está presionando por una política activa sobre Libia, la realidad es que Estados Unidos no tiene la legitimidad política necesaria para intervenir militarmente –incluso en nombre de los opositores a Kadafi-. Los propios británicos se preguntan si sería una buena empresa repetir la alianza sin condiciones que los llevó a Irak y Afganistán bajo el comando de EEUU: “es un camino complicado que los gobiernos en Washington y Whitehall deberán pensar muy seriamente antes de embarcarse en él” (http://www.bbc.co.uk/news/mobile/wo...). Por su parte, Francia mediante su ministro de Relaciones Exteriores, Alain Juppé, dijo que “se pueden estudiar diferentes opciones” (antes de la intervención militar) y aclaró que no apoyarán ninguna operación militar sin mandato de la ONU (algo que por el momento parece difícil teniendo en cuenta que Rusia adelantó que vetaría la creación de una zona de exclusión aérea en el Consejo de Seguridad). Es que la creación de una zona de exclusión aérea tiene como premisa la destrucción de la defensa antiaérea, como lo reconoció el Gral. James Mattis (comando de EEUU en la región), lo que implica una acción militar en el país. Y no puede descartarse que, producto de una intervención militar directa de EEUU, se avive el sentimiento antinorteamericano (aun cuando se encuentra relativamente ausente de las consignas de las movilizaciones) que surge de forma incipiente frente a estas amenazas como se vio en la propia Bengazi, uno de los centros de la oposición Libia.
El sábado 26/2 el Consejo de Seguridad votó un paquete de sanciones, que incluye el embargo de armas, la prohibición de salir del país para Kadafi y el congelamiento de los activos de la familia. Las medidas ya fueron aplicadas por Estados Unidos y la Unión Europea ya se ha comprometido a hacerlo también.
Antes de la votación en el Consejo de Derechos Humanos, el gobierno norteamericano ya venía actuando para motorizar algún tipo de intervención, con el apoyo de la ONU y en nombre de poner fin a la represión de Kadafi. El secretario de Defensa, Robert Gates, anunció la llegada de dos buques anfibios con aproximadamente 500 marines.
Por si faltaran pruebas de los intereses que se juegan para Estados Unidos en la región –y no la defensa de la democracia y los derechos humanos- bastan las palabras de Clinton para aclarar: “Toda la región está cambiando y una respuesta fuerte y estratégica estadounidense será esencial”.
Las masas que se han levantado contra Kadafi no pueden esperar nada bueno de la intervención del imperialismo que, como bien saben los pueblos del mundo árabe, han apoyado y aun apoyan a las dictaduras y monarquías del Norte de África y Medio Oriente. Al contrario, solo la unidad con los pueblos de la región (que apoya de forma solidaria con movilizaciones e envío de alimentos), fortalecerá la lucha del pueblo libio por terminar con el régimen de Kadafi.
Hillary Clinton denunció –con un cinismo increíble- que había que presionar por la caída de Kadafi porque “Han empleado armamento pesado contra civiles. Se ha lanzado a mercenarios y matones contra los manifestantes” (dice la secretaria de Estado del país que asesinó miles de personas -no se conoce el número- en Irak y que bombardea aldeas en la frontera en Afganistán y Pakistán. Incluso existen denuncias de uso de fósforo blanco contra la población). Por supuesto, sin contar que el régimen de Kadafi viene apoyando desde 2003 la “guerra contra el terrorismo” del imperialismo norteamericano.
Estados Unidos está impulsando, junto a Gran Bretaña, la creación de la zona de exclusión aérea y ha movilizado dos buques a las costas de Libia. Sin embargo, aunque está presionando por una política activa sobre Libia, la realidad es que Estados Unidos no tiene la legitimidad política necesaria para intervenir militarmente –incluso en nombre de los opositores a Kadafi-. Los propios británicos se preguntan si sería una buena empresa repetir la alianza sin condiciones que los llevó a Irak y Afganistán bajo el comando de EEUU: “es un camino complicado que los gobiernos en Washington y Whitehall deberán pensar muy seriamente antes de embarcarse en él” (http://www.bbc.co.uk/news/mobile/wo...). Por su parte, Francia mediante su ministro de Relaciones Exteriores, Alain Juppé, dijo que “se pueden estudiar diferentes opciones” (antes de la intervención militar) y aclaró que no apoyarán ninguna operación militar sin mandato de la ONU (algo que por el momento parece difícil teniendo en cuenta que Rusia adelantó que vetaría la creación de una zona de exclusión aérea en el Consejo de Seguridad). Es que la creación de una zona de exclusión aérea tiene como premisa la destrucción de la defensa antiaérea, como lo reconoció el Gral. James Mattis (comando de EEUU en la región), lo que implica una acción militar en el país. Y no puede descartarse que, producto de una intervención militar directa de EEUU, se avive el sentimiento antinorteamericano (aun cuando se encuentra relativamente ausente de las consignas de las movilizaciones) que surge de forma incipiente frente a estas amenazas como se vio en la propia Bengazi, uno de los centros de la oposición Libia.
El sábado 26/2 el Consejo de Seguridad votó un paquete de sanciones, que incluye el embargo de armas, la prohibición de salir del país para Kadafi y el congelamiento de los activos de la familia. Las medidas ya fueron aplicadas por Estados Unidos y la Unión Europea ya se ha comprometido a hacerlo también.
Antes de la votación en el Consejo de Derechos Humanos, el gobierno norteamericano ya venía actuando para motorizar algún tipo de intervención, con el apoyo de la ONU y en nombre de poner fin a la represión de Kadafi. El secretario de Defensa, Robert Gates, anunció la llegada de dos buques anfibios con aproximadamente 500 marines.
Por si faltaran pruebas de los intereses que se juegan para Estados Unidos en la región –y no la defensa de la democracia y los derechos humanos- bastan las palabras de Clinton para aclarar: “Toda la región está cambiando y una respuesta fuerte y estratégica estadounidense será esencial”.
Las masas que se han levantado contra Kadafi no pueden esperar nada bueno de la intervención del imperialismo que, como bien saben los pueblos del mundo árabe, han apoyado y aun apoyan a las dictaduras y monarquías del Norte de África y Medio Oriente. Al contrario, solo la unidad con los pueblos de la región (que apoya de forma solidaria con movilizaciones e envío de alimentos), fortalecerá la lucha del pueblo libio por terminar con el régimen de Kadafi.
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