Por Karina Rojas y Hernán Yanes
Los conflictos sobre los que pretendemos realizar algunas reflexiones a modo de balance ocurrieron hacia fines del año 2010, año en que asume el ex guerrillero José Mujica en un segundo gobierno del Frente Amplio sucediendo en ese cargo a Tabaré Vázquez.
El segundo semestre del 2010 se vio signado por un conjunto de conflictos obreros que involucraron a muy diversos sectores, entre ellos la salud, los docentes, los trabajadores estatales, los del sector comercio, metalúrgicos, construcción, etc.
Sin embargo entendemos que fueron los conflictos de los trabajadores de la banca oficial y los municipales de Montevideo quienes expresaron el momento más alto de la conflictividad y por tanto, constituyeron valiosas experiencias de lucha para el movimiento obrero uruguayo.
Por eso es necesario analizar y sacar conclusiones sobre su desarrollo.
Esta serie de conflictos se dieron en un contexto de bonanza económica como consecuencia fundamentalmente de los altos precios internacionales de las materias primas que exporta nuestro país lo que le ha dado suculentas ganancias a los empresarios tanto extranjeros como nacionales. La burguesía viene teniendo muy buenos negocios, tanto la exportación como también a nivel de consumo interno en ramas como el comercio, las finanzas y los servicios.
A su vez estas luchas se produjeron en un clima de expectativas del pueblo, mayoritariamente votante del FA, quien esperaba que su segundo gobierno fuera más distributivo de la riqueza y cumpliera con lo que el anterior prometió y no cumplió: recuperación salarial, terminar con la pobreza y anular la Ley de Caducidad, entre otras cuestiones.
Pero también estos conflictos expresaron la resistencia a parte de los enunciados más difundidos por el propio Mujica en cuanto a profundizar la famosa Reforma del Estado, que avanza aún más en el achicamiento del Estado, permite despidos, propone mayor precarización laboral y privatización de servicios públicos (vía asociación con privados).
Este ataque es justificado a través de un discurso que ataca permanentemente a los empleados públicos, a quienes se los responsabiliza de los males del país y de la excesiva burocracia que se ha formado en torno a la administración pública, como si los y las trabajadoras fueran quienes inventaron el sistema terriblemente deficitario administrativo. Mientras Mujica condena a los municipales, por su parte defiende a capa y espada a los “inversores”, es decir las multinacionales y el sector empresarial local, a quienes se les promete mayores beneficios, exenciones impositivas y otras formas de subvenciones.
Fue en los conflictos de AEBU y ADEOM donde el gobierno frenteamplista quiso dar un escarmiento a los trabajadores a partir de la esencialidad del servicio dictada por Ana Olivera (del PC-FA) primero y luego por la decisión del ejecutivo nacional de sacar a las calles a los militares para que recojan la basura en claro boicot al derecho de huelga de los trabajadores y además amedrentándolos.
La dureza del gobierno hizo que estos conflictos adquirieran un matiz político mucho más marcado ya que enfrentaron más directamente los planes del gobierno nacional de Mujica y el departamental de Ana Olivera, ambos del Frente Amplio. Mientras los demás conflictos, también importantes, fueron básicamente sindicales y reivindicativos con énfasis en los reclamos económicos, los de AEBU y ADEOM adquirieron tintes claramente políticos ya que traspasaron las fronteras reivindicativas y frente al duro ataque del gobierno sumado a la decisión de los trabajadores de no detener la lucha, se postularon como un sector que enfrente las principales medidas gubernamentales, planteando la posibilidad de proponer una alternativa de clase, más allá que ésta no se haya desarrollado.
En el desarrollo de ambos conflictos las posiciones se fueron polarizando, lo que implicó un endurecimiento de las medidas tomadas y la prolongación en el tiempo, aunque durante los últimos días del año pasado el gobierno logró poner una pausa al clima general de conflictividad a partir del levantamiento provisorio de las medidas de lucha, a la vez que pudo cerrar con relativo éxito la mayoría de las negociaciones salariales (con aumentos totalmente efímeros e inciertas recomposiciones a dos o tres años). Con el cierre parcial de estas dos luchas emblemáticas, el gobierno logró frenar esta oleada de conflictividad que había tenido su pico en el Paro General del 7 de Octubre.
El haber puesto un freno al conflicto de ADEOM apelando a medidas represivas propias de gobiernos autoritarios (Pachecato) para intentar aleccionar a los trabajadores que luchan contra los planes de ajuste, constituyó un golpe no solo para los municipales sino un terrible antecedente para las futuras luchas de todo el movimiento sindical.
Además el gobierno logró unificar filas a su interior ya que venía de varias semanas de haber manifestado líneas diferentes, aunque todas garantizaban su permanencia en el poder. El gobierno terminó prestigiándose, en especial frente a los sectores más de derecha que reclamaban mano dura contra los reclamos. Recompuso su papel y capacidad de resolución de conflictos y terminó por demonizar a los municipales acusándolos de querer más que el resto de los trabajadores. El gobierno degradó la lucha por el salario digno tildándolos de “privilegiados”, cuando en realidad el problema no son los sueldos de los municipales sino los bajísimos salarios del resto de los trabajadores que en su mayoría están precarizados.
El gobierno utilizó un discurso donde ponía en contra a los municipales de la mayoría de los trabajadores, discurso que no pudo ser revertido durante el conflicto.
Es importante remarcar el rol jugado por la dirección del PIT-CNT en su responsabilidad frente a los conflictos en curso ya que sus diferentes alas alineadas todas con el gobierno, aunque diferenciándose en su accionar y capacidad discursiva, utilizaron toda su influencia para impedir que estas luchas utilizaran su trascendencia nacional para ubicarse como un polo alternativo a la propuesta del gobierno (que fue siempre dar menos de lo que pedían los trabajadores, ofertando por debajo de la inflación, proponiendo equiparamiento salarial de aquí a tres años y permitiendo así mantener la brecha intacta entre los magros salarios obreros y las abultadas ganancias capitalistas). La dirección burocrática del PIT-CNT evitó que estas luchas fueran un ejemplo para el resto de los explotados y dividió las fuerzas obreras frente al enemigo de clase.
En cuanto al rol jugado por la burocracia sindical, podemos destacar:
En primer lugar los sectores directamente alineados con el oficialismo que apoyaron sin titubeos las medidas del gobierno, están básicamente representados por Articulación.
Este sector de la burocracia ha trabajado directa y constantemente para el levantamiento de ambos conflictos, en especial en AEBU, donde dirigen el Sindicato, han tratado por todos los medios de acordar siempre a la baja y no respetar lo que los trabajadores decidían en asamblea. Ellos fueron los que terminaron firmando un acta con puntos mínimos, cuando todavía las fuerzas de la clase obrera estaban intactas (y se venía de largos días de impedir el clearing bancario, cuestión que puso de los pelos a la gran patronal exportadora que no podía cobrar sus cheques) y aún se podía conseguir el conjunto de todas las reivindicaciones, cortando ese proceso.
Por su parte, también vimos el rol de los sindicalistas que pertenecen al Partido Comunista, que luego de posiciones demagógicas y oportunistas con las que intentó mantener el prestigio frente a su base, terminaron apoyando sin titubeos las medidas represivas del gobierno ( decreto de esencialidad, militarización, etc.) mostrando nuevamente que este partido es sostenedor 100% de la política que lleva adelante el FA. Como dijeron los trabajadores de ADEOM, los dirigentes sindicales “se pasaron del lado del enemigo de clase” avalando una resolución que militarizaba el conflicto, que carnereaba la medida de lucha y que boicoteaba el derecho a la huelga, demostrando que su rol en el movimiento obrero es el de acallar los reclamos obreros en pos del sostenimiento del FA en el gobierno, que no es otra cosa que un gobierno de los capitalistas que asegura los grandes negocios a la burguesía y el imperialismo.
Pese a estas abiertas traiciones de la burocracia sindical, podemos señalar algunos resultados que nos parecieron positivos, y que son una rica experiencia de lucha.
En AEBU, la base logró imponer en la mayor parte del conflicto la continuidad de las medidas, votando a través de la democracia obrera en asambleas masivas la permanencia de las medidas de lucha que desafiaron al gobierno. Lograron votar en asamblea un repudio explícito a los sectores más conciliadores de la burocracia sindical. En este proceso la influencia de sectores de la “izquierda radical” que se expresaban a través de la Lista 810 fue importante, aunque no logró frenar la traición.
Ambas luchas tuvieron un contenido antiburocrático. En AEBU porque se combatía a pesar de la política de Articulación que dirige el Sindicato. En ADEOM también fue antiburocrática pero frente a la dirección del PIT-CNT que terminó poniéndose manifiestamente en contra de la lucha (con Castillo a la cabeza), llamando a volver al trabajo, avalando las medidas de esencialidad y callando sobre la militarización.
Por su parte, fue acertada la exigencia de ADEOM hacia la dirección del PIT-CNT de “Paro General” en solidaridad con la lucha de los municipales. Fue un intento de unificar las luchas de toda la clase obrera apuntando a reclamar un aumento generalizado de los magros salarios uruguayos. Una exigencia que, de haberse concretado, hubiese asestado un golpe importantísimo al gobierno del FA y a las patronales, marcando otra relación de fuerzas.
Ambos lograron mantenerse en el tiempo pese a la ofensiva tanto gubernamental como mediática y burguesa que presionaba constantemente para la vuelta a la actividad. En el caso de los municipales, apelando al argumento de la esencialidad en la recolección de la basura haciendo responsables a los trabajadores en lucha, cuando es un problema estructural de la administración del FA en particular en la ciudad de Montevideo. En relación a los trabajadores bancarios, extorsionando con las consecuencias de las medidas que ya habían ocasionado varios problemas a nivel comercial.
Otro aspecto positivo es que la resultante de ambas luchas fue que un sector de la base frenteamplista, en este caso entre los trabajadores que sostuvieron las luchas, se puso en contra de su propio gobierno, con medidas muchas veces radicalizadas y prolongadas, lo que los llevó a enfrentarse directamente con al FA.
Por supuesto que también los trabajadores y trabajadoras tenemos que aprender de nuestros errores y seguramente hayan cosas que mejorar. Así también quienes integran las agrupaciones combativas y antiburocráticas y tienen mayor responsabilidad tendrán que balancear todo lo actuado.
Por nuestra parte, solo apuntaremos la necesidad de delimitarse claramente de todas las corrientes que integran el Frente Amplio a nivel sindical ya que todas, por una vía u otra, terminaron debilitando las fuerzas de la clase obrera y jugando directamente para el gobierno. La necesidad de armar políticamente a los trabajadores y trabajadoras frente a una (segura) capitulación de la dirección burocrática. La importancia del frente único obrero y de “sacar el conflicto a la calle” para conseguir la solidaridad y apoyo de la comunidad, evitando el aislamiento que lleva muchas veces al retroceso de la lucha. A través de marchas, escraches, charlas informativas, peñas y otras tantas iniciativas puede conseguirse el acercamiento al ciudadano común que está siendo manipulado por el discurso del gobierno. La idea de denunciar claramente que los trabajadores no somos “privilegiados” por tener un salario sino que vivimos en una sociedad sumamente injusta donde muchos hacemos malabares para sobrevivir y nos quieren hacer creer que quienes están un poquito mejor son los culpables, escondiendo a los verdaderos culpables, los que se llevan toda la torta, los que nos explotan por dos mangos, los verdaderos beneficiados del crecimiento económico que vive el país. Y los gobiernos de turno, incluido el FA, son quienes garantizan que esta situación se mantenga a favor de los capitalistas.
Hay que concretar la coordinación con otros sectores en lucha para potenciar nuestras fuerzas y evitar el aislamiento. Está al alcance hacer reuniones, plenarios de coordinación, acciones de solidaridad, unificación de los reclamos, etc.
Por otro lado, hay que denunciar que no son los trabajadores municipales sino que es la propia IMM la que mantiene basurales endémicos y brinda un servicio de mala calidad en los barrios pobres y populares donde el saneamiento es malo o no hay, donde falta el alumbrado público y otros servicios de su órbita. Y que es urgente exigir al gobierno un plan de obras públicas en base a las necesidades de los ciudadanos (que son en su mayoría trabajadores) y no de los sectores acomodados de la ciudad, de los grupos inmobiliarios y de las constructoras amigas del gobierno. Este gobierno que se dice “popular” no hace otra cosa que priorizar a los barrios ricos, con inversiones millonarias en mantenimiento y arreglos mostrando también de esta manera para quién realmente gobierna. Por eso, para que se concrete el plan de obras públicas que la ciudad necesita, que incluya también resolver el dramático problema de la vivienda, debe estar bajo control de los trabajadores, para que las decisiones se tomen en conjunto entre trabajadores y usuarios.
Hay que aprovechar la situación abierta para denunciar las tercerizaciones de los privados pero que también tiene la Intendencia, favorecer la organización de los más precarios, los trabajadores pasantes, los de las ONGs, los eventuales, los zafrales, que, por su situación laboral, les es más dificultoso su organización gremial.
Por último, pensar en la posibilidad de que sectores combativos se propongan como un polo alternativo a la burocracia sindical, un sector de la clase obrera que diera una voz diferente al seguidismo de la burocracia al FA, y que a partir del prestigio ganado en la lucha tuvieran la autoridad de reorganizar a los sectores antiburocráticos y descontentos con las entregadas de los dirigentes.
Tanto en AEBU como ADEOM los trabajadores han dado muestras de combatividad y de enfrentamiento con el gobierno y con la burocracia sindical. Se trata ahora de ver cómo estos aspectos progresivos se desarrollan. Será importante plantear una política hacia el frente único de los sectores en lucha que permita desarrollar la democracia obrera para organizar a los trabajadores y coordinar sus luchas, expresión de una estrategia soviética, es decir una estrategia que promueva el debate al interior de organismos directos de los sectores en lucha, y que estos puedan confluir con otros sectores de la sociedad como los estudiantes y el pueblo pobre para plantear una salida de conjunto que no podrá dejar de cuestionar la riqueza capitalista.
La nueva situación en el 2011 y las tareas que nos esperan
La Intendenta “comunista” Ana Olivera se ha propuesto seguir atacando a los municipales tratando de hacer efectivas las suspensiones sin goce de sueldo de varios de los trabajadores que no acataron el cumplimiento de los servicios esenciales. Con esto no solo quiere dar un escarmiento a los trabajadores que salieron a luchar (en especial a los combativos recolectores de residuos) sino también a su dirección combativa1 y enviar un mensaje a la clase trabajadora que se disponga a defender sus conquistas y luchar por sus reivindicaciones.
A la vez el Frente Amplio se propone, como lo ha hecho el año pasado, enfrentar a los trabajadores y a la sociedad bajo el argumento de la esencialidad de los servicios haciéndolos responsables del deplorable servicio de recolección de residuos y desligándose de toda responsabilidad como gobierno de la Ciudad de Montevideo.
Por su parte, los trabajadores han discutido en asamblea la posibilidad de un paro con movilización si se llegaran a hacer efectivas las sanciones.
Será necesario nuevamente rodear de solidaridad el conflicto, sacarlo a la calle, tratar de ganarse la simpatía de la ciudadanía y coordinar con otros sectores en lucha.
Estas conclusiones son sumamente importantes a la hora de pensar en perspectiva, hacia el año que nos espera.
Esperamos contribuir a la reflexión colectiva de cara a un año donde el gobierno intentará mantener a raya el reclamo obrero.
Marzo 2011
1Recordemos que en un mes se realizarán las elecciones del sindicato y las distintas expresiones del Frente Amplio se han unificado para intentar barrer a la dirección combativa.
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