Las declaraciones del ex presidente frenteamplista Tabaré Vázquez en el liceo Monte VI, donde afirmó que en 2006 frente al conflicto con Argentina por la instalación de la planta de celulosa Botnia (hoy UPM) se planteó la posibilidad de un enfrentamiento armado, por lo que no tuvo mejor idea que pedirle ayuda al asesino George W. Bush para que afirmara que Uruguay era un país “muy amigo” de Estados Unidos (una especie de “amenaza”), y así desviar la posibilidad del conflicto bélico, han sido un verdadero escándalo. Han caído muy mal, en especial en la base social del Frente Amplio: los trabajadores y los sectores populares, que indignados comenzaron a llenar las redes sociales con manifestaciones de repudio, escandalizados por la liviandad con que Tabaré reconocía los lazos que mantuvo su gobierno con EEUU. “Ya no pueden hablar de antiimperialismo”, “son una vergüenza” es lo más suave que se pudo leer.
Desde el gobierno del presidente Mujica, si bien salieron a repudiar las declaraciones, fueron más cautos ya que, se sabe, Tabaré Vázquez constituye hoy la posibilidad segura que tiene el FA de mantenerse en el gobierno por un período más, además de haber sido desde siempre la figura al interior del FA que en los peores momentos logró aglutinar a todos sus sectores, a la vez que contener varios estallidos sociales (como fue ante la crisis de 2002, que hizo tambalear al gobierno de Jorge Battle).
La oposición burguesa, representada en los tradicionales partidos Nacional y Colorado, también salieron a criticar a Vázquez aunque, con sano instinto de clase, afirmaron que no estuvo mal pedir “ayuda” pero que “esas cosas no hay que decirlas”. Frente al anuncio de Tabaré Vázquez de alejarse de la política por las repercusiones de sus comentarios, el FA le ha dado todo su apoyo y esperan que “recapacite en su decisión”. Y varios analistas han afirmado que el ex presidente volverá a la política a "salvar" al país.
Esta situación se da en el marco de los primeros impactos de la crisis internacional en Uruguay donde los indicadores económicos muestran un descenso en el nivel de exportaciones de materias primas (modelo agroexportador sostenido y profundizado por ambos gobiernos frenteamplistas) que produjeron los primeros despidos y envíos al seguro de paro en ramas como la frigorífica y curtiembres centralmente.
En 2006 no era probable un enfrentamiento armado entre ambos países ya que no había ninguna disposición a ello ni desde las masas argentinas ni desde los trabajadores y el pueblo uruguayo. Las recientes declaraciones demuestran el nivel de sumisión al imperialismo que mantuvo el gobierno uruguayo con el FA en el poder, y que se mantiene hasta hoy, en especial con EEUU.
Tabaré Vázquez en el gobierno
Su triunfo marcó un quiebre importante en la política uruguaya a partir de romper con la alternancia en el poder de blancos y colorados, y a la vez demostró que el Frente Amplio como coalición era aceptada por la burguesía y el imperialismo como un instrumento de su confianza para gobernar el país y mantener los privilegios de clase (esto ya lo había demostrado el FA gobernando la Intendencia de Montevideo desde 1990 con el mismo Tabaré Vázquez y luego con sucesivos intendentes frenteamplistas, hasta la actualidad). El Frente Amplio asumía así un nuevo rol, esta vez como administrador directo de los intereses de las clases explotadoras gobernando para ellos, votando leyes y administrando su estado de forma “responsable”. La “izquierda en el poder” demostraba ser funcional al orden capitalista.
Logró ser una continuidad en lo esencial de las políticas aplicadas por el Partido Nacional y el Partido Colorado, más allá de haber aplicado algunas modificaciones en el plano de las políticas sociales (habiendo contado con 4 años de excepcional crecimiento económico) pero que para nada resolvieron las necesidades del pueblo trabajador. En materia económica e impositiva continuó en muchos casos la ortodoxia neoliberal (manteniendo privatizaciones como en Pluna, aplicando impuestos al salario como el IRPF) y el fomento de la inversión extranjera.
Durante su gobierno se avanzó en las relaciones con las potencias imperialistas, en especial con los Estados Unidos. Se pegó un salto en el proceso de extranjerización de la tierra (que alcanzó las dos terceras partes de la propiedad de la tierra en manos extranjeras). Fue Tabaré quien mandó las tropas abusadoras a Haití como parte de la MINUSTAH, garantizando los intereses del imperialismo en la región. Ha realizado todo tipo de elogios a Bush (y organizado visitas a tierras uruguayas, etc). Estas relaciones fueron presentadas como “un bien para la nación”, siendo avaladas por todas las fuerzas políticas, tanto las de oposición de derecha como también al interior del FA: el Partido Comunista, que se dice antiimperialista y que dice defender los intereses de los trabajadores no puede decir nada porque fue cómplice de esta política, como así también los miembros del Partido Socialista, del MPP (los ex guerrilleros), etc.
Con un discurso “progresista” Vázquez ha sostenido la desigualdad de clase, la explotación obrera, los bajos salarios, la dependencia con el imperialismo y la impunidad de los militares manteniendo la nefasta Ley de Caducidad (siendo que tenían mayoría parlamentaria para anularla). En el conflicto de las papeleras se ubicó como abanderado y defensor de las empresas europeas sin ningún tipo de interés en el daño al medio ambiente. No nos olvidemos que Tabaré vetó el artículo de la Ley de Salud Sexual y Reproductiva que permitía a las mujeres acceder a un aborto legal, seguro y gratuito, condenando a las más pobres al peligro de la muerte por abortos mal practicados y a la ilegalidad.
Basta de confiar en el Frente Amplio y en los partidos de la burguesía. Por una lucha independiente en las calles para echar al imperialismo de la región
Una potencia como los EEUU, que tiene bases militares en todo el mundo, que ha invadido Irak y Afganistán y masacrado a su población, que amenaza a Irán y le niega su derecho a defenderse de sus constantes agresiones. Una potencia que ha invadido Haití, que ha financiado todo golpe de estado en la región, que a través de sus empresas imperialistas, sus planes de financiamiento (FMI) y sus imposiciones termina subyugando a América Latina, superexplotando a sus trabajadores, explotando sus recursos naturales. Los gobiernos “progresistas” latinoamericanos, como fue el de Tabaré y es hoy el de Mujica, más allá de un discurso “sudamericanista” no han modificado las bases de esta relación de dependencia y explotación ni acabado con el atraso económico. Por el contrario en los hechos han favoreciendo a las multinacionales extranjeras, como fue el emblemático caso Botnia.
Tenemos que exigir el retiro inmediato de las tropas imperialistas de América Latina, el levantamiento de sus bases militares, el fin de la ocupación de Haití. Tenemos que echar al imperialismo de la región: expropiar sus empresas, impedir que fuguen capitales, defender los recursos naturales y ponerlos al servicio de los trabajadores y el pueblo.
Llamamos a los trabajadores y a la juventud de Uruguay y de todo el continente (quienes vienen dando muestras de disposición a la lucha y de recomposición) a tomar esta tarea fundamental.
FUERA EL IMPERIALISMO DE AMÉRICA LATINA
Karina Rojas
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